SÍNDROME DEL MOTOCICLISTA
¿Qué es?
El síndrome del motociclista o síndrome compartimental crónico del antebrazo (SCCA) es la aparición de dolor muscular intenso en el antebrazo durante la actividad física (pudiendo acompañarse de hormigueo en el antebrazo y mano) y que cede con el reposo, debido al aumento de presión de uno o varios compartimentos musculares envueltos por fascias.

Las fascias son envolturas elásticas de tejido conjuntivo que independizan diferentes grupos musculares habitualmente con función similar junto a los vasos que los irrigan y los nervios que los mueven. Las fascias son como “las vetas que vemos en el jamón”, que separan diferentes grupos musculares.
Estas fascias, a pesar de que son elásticas, tienen capacidad de dilatarse limitada, por lo que a partir de una determinada presión dentro del compartimento que envuelven no van a extenderse más, incrementando la presión del mismo. El aumento de la presión intracompartimental que ocurre durante la actividad física puede deberse a una pérdida de la elasticidad de la fascia (continente) o a un aumento del contenido (hipertrofia muscular, músculos supernumerarios, edema, tumores…) que hacen que se produzca una compresión e isquemia (reducción de la llegada de flujo sanguíneo) a músculos, nervios y vasos que se encuentran dentro del compartimento afectado. Esto originará dolor intenso por la afectación muscular y parestesias (hormigueo) por afectación neurológica.
El el antebrazo hay 4 compartimentos: el compartimento flexor o volar (dentro del cual se distinguen el volar superficial y volar profundo), el compartimento dorsal o extensor y el compartimento externo. El compartimento más frecuentemente afectado es el flexor o volar (tanto superficial como profundo).
El deporte más frecuentemente asociado al síndrome compartimental crónico del ejercicio en el antebrazo es el motociclismo (motocross y moto GP), pero se puede asociar a otros como la escalada, remo y deportes de agua. Suele aparecer en deportistas menores de 30 años y suele ser bilateral. Deportistas de élite de Moto GP como Marc Marquez, Aleix Espargaró o Jorge Lorenzo han precisado una intervención quirúrgica por esta patología.


Causas y fisiopatología.
Debemos comenzar diciendo que la actividad física genera una redistribución del flujo sanguíneo en todos los deportistas, incrementándolo hacia las zonas del aparato locomotor que estemos ejercitando dado que son las zonas que más sangre necesitarán por el ejercicio que se está realizando.
En motociclistas u otros deportistas la presión en el compartimento afecto sufre un aumento desmesurado durante el deporte, que se traduce en dolor progresivo que, generalmente desaparece rápidamente en reposo debido a la normalización de la presión. Este dolor suele volver cuando se reinicia o se incrementa la actividad y aparecerá a partir de un cierto esfuerzo, el cual cada vez será más corto junto con una recuperación más larga una vez finalizado el deporte.
La causa del dolor, como hemos indicado, es una isquemia o déficit de riego transitorio en la microcirculación de los músculos y nervios que se encuentran dentro del compartimento afectado. Esta isquemia se desarrollará cuando la presión intramuscular supera el valor crítico de presión en los capilares que irrigan el músculo (alrededor de 30-50 mmHg), haciendo que los mismos se compriman y se obliteren (cierren), bloqueando el flujo sanguíneo.
Habitualmente no existe una causa clara identificable como responsable de la aparición de este síndrome. Se ha notificado hasta en un 20-40% de los pacientes pequeños defectos en la fascia en forma de hernias musculares, pero en la gran mayoría la exploración física y los hallazgos ecográficos son normales. Es por ello, que en el desarrollo de este síndrome concurren varios factores al mismo tiempo: actividad deportiva + hipertrofia muscular + anatomía concreta como fascias tensas, que hacen que se produzca la sintomatología.
Síntomas. ¡Doctor, me duele el antebrazo cuando voy en moto y no me encuentran nada!
Los síntomas se desarrollan cuando se alcanza un umbral determinado de presión intracompartimental durante el ejercicio, lo que aparece a partir de un tiempo determinado de actividad deportiva. Van a mejorar con el reposo, pero el inicio cada vez se va a adelantar en el tiempo y la intensidad del esfuerzo con el paso del tiempo. Los pacientes suelen referir:
- Dolor intenso, ardor o calambres durante la práctica deportiva en el compartimento afecto, fundamentalmente el flexor. Inicialmente mejoran inmediatamente en unos 15´ pero con el desarrollo pueden tardar incluso horas.
- Sensación de presión y rigidez en el músculo: es una sensación subjetiva y no se puede objetivar a la exploración ni a la palpación del compartimento.
- Pérdida de sensibilidad: en los casos mas evolucionados se afectan los nervios que cruzan el compartimento afectado originando trastornos sensitivos en forma de hormigueo o disminución de la sensibilidad, fundamentalmente en la palma y tres primeros dedos por afectación del nervio mediano o en el 4º y 5º dedos por afectación del nervio cubital.
- Debilidad en la extremidad afecta. Los pacientes sienten sensación de claudicación por afectación muscular y neurológica incipiente. Pero en casos graves, puede originar una dificultad para la flexión de la muñeca y dedos.
Diagnóstico. ¡Un diagnóstico difícil si no se sospecha!
¡Doctor, tengo dolor antebrazo y se me duerme la mano cuando hago deporte y no me encuentran nada!
Esta es la tónica habitual en este tipo de síndromes, ya que si no se conoce o se sospecha, no se diagnosticará nunca porque las pruebas realizadas son casi siempre normales.
La historia clínica es fundamental, pero el diagnóstico debe ser de exclusión, es decir, llegar a él una vez descartadas otras patologías que son más frecuentes y originan dolor en antebrazo que se incrementa con el ejercicio: tendinitis de los flexores, síndrome del pronador, hernias musculares, rabdomiolisis, hernias discales o neuropatías periféricas.
Para ello, solicitaremos una batería de pruebas como resonancia cervical, ecografía, electromiograma o analítica de sangre con enzimas (CPK) de destrucción muscular (rabdomiolisis).
Una vez descartadas esas patologías y con una clínica compatible, tendremos un diagnóstico de presunción, que podremos confirmar o aproximar de forma más fehaciente mediante la medición de la presión intracompartimental. Esta prueba consiste en la introducción de una aguja en el interior del compartimento con un dispositivo que nos monitoriza la presión. Mediremos la presión en reposo pero, sobre todo, tras el ejercicio (se le pedirá al paciente que acuda tras realizar actividad física), lo que aporta más valor porque reproduce la presión en las mismas condiciones que cuando origina la sintomatología.

Tratamiento. Intervención quirúrgica.
El tratamiento del síndrome compartimental crónico inicialmente es conservador, reduciendo la actividad deportiva o modificándola si es posible para evitar su aparición. El uso de crioterapia, estiramientos o cremas antiinflamatorias forman parte de las terapias que pueden utilizarse, pero a menudo los resultados son pobres y la recaída es frecuente. Los antiinflamatorios orales no son eficaces ni deben utilizarse.
Por ello, habitualmente en pacientes que quieren seguir haciendo deporte o son deportistas profesionales el tratamiento es quirúrgico hasta en el 90% de los pacientes.
La intervención quirúrgica, consiste en la apertura de la fascia que envuelve al compartimento o compartimentos afectados, habitualmente el flexor superficial y profundo. La fasciotomía o apertura de la fascia actualmente la realizamos mediante una técnica mínimamente invasiva ecoguiada o asistida endoscópica, para minimizar las incisiones y los riesgos.
Los resultados son excelentes en la mayoría de los pacientes, con una reincorporación precoz (escasas semanas) a la actividad deportiva y mínimas recidivas.


Los traumatólogos de Osium Trauma y Synergia son especialistas en lesiones deportivas y cirugía mínimamente invasiva ecoguiada, lo que permite una recuperación precoz en pacientes que presentan un síndrome compartimental crónico del antebrazo.